Llegamos primero, como anfitriones que somos, y descubro el sitio, lo ha escogido él, y es exquisito, una cafetería moderna, papel pintado en las paredes, blanco y negro, luz baja, sillones y puffs bajos de piel blanca, música chill-out, lo suficientemente baja para oírnos, pero lo suficientemente baja como para que no nos escuchen…
Estoy nerviosa y ya excitada, espero gustaros, especialmente, a ti, preciosa, y no dejo de imaginarme cómo será tu cara al completo, sin censura, cómo serán los ojos que acompañen a esa boca sensual, esa lengua que imagino haciendo maravillas… Y apareces…
Apareces por delante de tu acompañante, exultante, risueña, nos reconoces y miras hacia atrás, y con una amplia risa te diriges directa hacia nosotros, confiada, preciosa, con un vestidito blanco que te sienta como un guante, dejando a la imaginación trabajar, dejando que mi cabeza recuerde lo que hay debajo y se imagine tocándote, descubriéndote…
Charlamos un buen rato, de todo un poco, hay buen feeling, se nota, nos hemos caído bien, a ellos los noto relajados, aunque cachondos, se les caen los ojos ante las dos morenas que tienen ante sí, pero relajados, sin marcar el territorio ni buscando ser el macho alfa… Y me relajo y puedo concentrarme en ti: en tus formas delicadas, en el moreno de tu piel, que encaja con el mío a la perfección, en la suavidad que intuyo a estos escasos centímetros que nos separan, en como sonríes, tímida a veces, en cómo me comes con los ojos en otras, sin perder detalle de mis formas, miradas furtivas a mi boca, a mis pechos, a mis piernas, hasta donde acaba mi vestido, imaginando sin duda lo que hay debajo… como yo del tuyo…
La conversación empieza a calentarse, poco a poco, levemente, preguntándonos sobre si solemos hablar mientras lo hacemos, te digo, preciosa, que si llegamos a hacerlo, no dudes en decirme qué y cómo te gusta, si más fuerte, más suave, o quizás más rápido, me encanta que den pistas… y el deseo cruza tu cara, la mía, estoy segura, hace rato que trasmite mis ganas.
En un momento, miramos a nuestros respectivos, supongo que buscando la aprobación, y según hemos quedado, a mi me dan la señal del OK, de que todo marcha y por él no hay problema… Y aprovechas para disculparte e ir al baño, y tu pareja, también aprovechando, va tras de ti al de caballeros… Nosotros nos miramos, no hablamos, te digo “Vamos??” y le pedimos la cuenta a la camarera y que nos vaya cobrando.
Cuando volvéis, estamos de pié, y sin mirar a otro sitio antes, te digo, a ti, preciosa: “Vamos??” te sonrojas un poco y me dices: “Claro!!” La cara de tu pareja es un poema, está deseando vernos, juntas…
El trayecto al hotel se me hace nebuloso, decidimos que ellos vayan delante y nosotras detrás, solas… Toco tu brazo, tu piel se eriza, deslizo mi mano, me encanta tu tacto, llego a tu cuello, tu cara, tus labios, y sin dudarlo me muerdes “Ahhh” Me has sorprendido, y me lanzo a tu boca, con besos suaves, delicados, secos, rozándonos los labios, la cara, oliéndonos, hasta que llega el primer mordisco, las bocas se entreabren y las lenguas juguetean… Inevitablemente mi cabeza se imagina mi lengua entre otros labios, más íntimos, más placenteros…
No sé muy bien cómo, quién ha llegado antes, pero nuestras manos se enredan en las piernas de la otra, se deslizan por ellas, subiendo, poco a poco, hasta dar con unos tangas ya notablemente mojados… Ambos.
Llegamos al hotel, la recepción se convierte en un suplicio, y en el ascensor nos enredamos nuevamente, ya, con un aumento de la intensidad bastante importante…
En la habitación solo puedo pensar en una cosa… Ellos se sientan, con distancia relativa entre ellos, con diferentes perspectivos, y yo, sin más, me arrodillo en la tarima y te pido que te acerques, lo hace suave, lento, te acaricio los tobillos, subo tus piernas con mi lengua, primero una y luego la otra, hasta llegar al oasis, ese que llevo tanto imaginando en mi boca, bebiendo de ti hasta la última gota… Te huelo a través del tanga, con mi nariz lo toco y lo noto empapado, lo aparto ligeramente y cuelo mi lengua, despacio, muy suave, y tu suspiro me estremece, me alienta a seguir, y la muevo, arriba-abajo, y tu suspiro se convierte en un gemido, seguido de otro, tus manos en mi cabeza, enredándome el cabello… Mis manos en tu precioso culo, duro, terso y mi lengua deleitándose con nuevas formas, texturas, sabores y te corres y me lo dices y ansías hacerme tú lo mismo a mí…
Nos tumbamos en la cama, nos vamos desnudando, la imagen de tus pechos, de pezones inhiestos, me turba, me impulsa a lamerlos y morderlos como si no hubiese un mañana, te retuerces, suspiros y gemidos se entremezclan, y te toca.
Me besas todo el cuerpo antes de llegar ahí, para hacer eso que tanta curiosidad nos ha despertado, me lames, me saboreas, me sonríes y sigues, lento, suave, increíble, me encanta cómo me lo comes… y me corro… “Ya???” “Sí, lo sé” digo sonrojada
La tarde continua para nosotras dos, nos bebemos, nos comemos, acariciamos, sorbemos… yo encima, tu encima, de lado, 69… perdemos la noción del tiempo y nos quedamos extasiadas, en la cama, rozando nuestros cuerpos hasta que tu pareja se acerca, te besa y te dice: “Qtal?? A mí me ha encantado, verte así, tan cachonda??” y empieza a besarte y tocarte… Y yo me levanto, con un “me voy a la ducha” respondido con un sonido de aprobación, y una mirada a mi hombre “Vienes??”
Nos duchamos juntos, y hacemos el amor, lento, suave, o fuerte y rápido, me muerdes como con rabia, me besas con cariño, me follas como nunca, o como siempre, genial… Desde atrás, con el agua cayendo sobre nosotros, amarrado a mis pechos.... Tengo dos orgasmos más, tras los que llevaba con ella, hasta que finalmente te corres, me inundas, y nos besamos un rato, hasta que pasamos a un abrazo y te susurro: “Te quiero, maestro”
Virgi, por si lo dudas... te lo dedico, deseando que pueda cumplirse....